“Brasa y cuchara como
señas de identidad”
En el asador La Garnacha prima el producto de temporada. La carta es amplia pero en ella brillan con luz propia los platos de cuchara y las carnes a la brasa. Callos, pochas con cocochas de bacalao o garbanzos con bogavante suponen toda una invitación, como el chuletón, el solomillo, el entrecot o las costillas de ternasco de Aragón.
Pero donde de verdad se refleja la versatilidad de este asador es en sus tres menús: del día, de fin de semana y degustación. En todos ellos siempre hay algún producto que se elabora a la brasa, como el solomillo de cebón, a diario; entrecot o solomillo, el fin de semana, y entrecot de vaca vieja, en el degustación.
Los dos comedores, con capacidad para más de 150 personas, suponen un gran desahogo; las mesas son amplias y el servicio, atento y profesional. En fin, un buen complemento para disfrutar de una propuesta gastronómica en la que la brasa aporta el toque sutil y diferencial a buena parte del recetario. Eso sí, sin renunciar a otros argumentos como los arroces.
“Brasa y cuchara como señas de identidad”
En el asador La Garnacha prima el producto de temporada. La carta es amplia pero en ella brillan con luz propia los platos de cuchara y las carnes a la brasa. Callos, pochas con cocochas de bacalao o garbanzos con bogavante suponen toda una invitación, como el chuletón, el solomillo, el entrecot o las costillas de ternasco de Aragón.
Pero donde de verdad se refleja la versatilidad de este asador es en sus tres menús: del día, de fin de semana y degustación. En todos ellos siempre hay algún producto que se elabora a la brasa, como el solomillo de cebón, a diario; entrecot o solomillo, el fin de semana, y entrecot de vaca vieja, en el degustación.
Los dos comedores, con capacidad para más de 150 personas, suponen un gran desahogo; las mesas son amplias y el servicio, atento y profesional. En fin, un buen complemento para disfrutar de una propuesta gastronómica en la que la brasa aporta el toque sutil y diferencial a buena parte del recetario. Eso sí, sin renunciar a otros argumentos como los arroces.