“De los callos de Teresa
a los arroces y calçots”
Desde su discreta ubicación en el barrio de Las Fuentes, El Candelas lleva 60 años defendiendo que la sencillez, la tradición y la calidad no son ni mucho menos incompatibles. Desde luego, en este restaurante van muy de la mano.
Los callos de Teresa, el cocido o las chuletillas de ternasco a la brasa son tres clásicos que hay que probar, pero El Candelas ha ido creciendo alrededor de otros argumentos culinarios. Por ejemplo, de sus arroces, que en alguna ocasión se combinan con los callos y el resultado es maravilloso. En la brasa se trabajan más carnes, como churrasco, conejo o codornices, y entre los pescados bordan el bacalao a la riojana. La propietaria, Ana Abadías, también le tiene mucho cariño a los calçots.
A la entrada hay un espacio de taberna con mesas altas para el tapeo o el bocadillo más informal. Y a la derecha, el vino, un gran panel lleno de botellas que decora y habla de la importancia que tiene en este restaurante.
“De los callos
de Teresa a
los arroces y
calçots”
Desde su discreta ubicación en el barrio de Las Fuentes, El Candelas lleva 60 años defendiendo que la sencillez, la tradición y la calidad no son ni mucho menos incompatibles. Desde luego, en este restaurante van muy de la mano.
Los callos de Teresa, el cocido o las chuletillas de ternasco a la brasa son tres clásicos que hay que probar, pero El Candelas ha ido creciendo alrededor de otros argumentos culinarios. Por ejemplo, de sus arroces, que en alguna ocasión se combinan con los callos y el resultado es maravilloso. En la brasa se trabajan más carnes, como churrasco, conejo o codornices, y entre los pescados bordan el bacalao a la riojana. La propietaria, Ana Abadías, también le tiene mucho cariño a los calçots.
A la entrada hay un espacio de taberna con mesas altas para el tapeo o el bocadillo más informal. Y a la derecha, el vino, un gran panel lleno de botellas que decora y habla de la importancia que tiene en este restaurante.