“Para dejarse sorprender
o ir directo a lo seguro”
En Atípico cuenta mucho el diseño del local y todos los detalles que atesora en forma de cuadros, lámparas de cobre, pagodas, monos discretamente ubicados… Y, por supuesto, la tranquilidad y la paz de la exuberancia vegetal que lo envuelve todo.
A esta cuidada puesta en escena hay que sumar una carta en la que caben muchos argumentos culinarios. Varias opciones para picar y para cuidarse dan paso al enunciado más extenso, el de los Atípicos. Se mira a muchas partes del mundo como México, Japón, Corea, Hawai, Tailandia o India. La brasa funciona para despieces clásicos como solomillo, lomo bajo y chuleta, pero también con pescados de temporada o madejas.
En el capítulo dulce hay que dejarse seducir por su torrija avainillada y por la tarta de queso ´homenaje a las abuelas`. Y para un picoteo más informal están los bocatas ´street food`. Lo dicho, en Atípico hay hueco para quien no quiere arriesgar y unas cuantas opciones para el que busca dejarse sorprender en un entorno acogedor.
“Para dejarse
sorprender
o ir directo
a lo seguro”
En Atípico cuenta mucho el diseño del local y todos los detalles que atesora en forma de cuadros, lámparas de cobre, pagodas, monos discretamente ubicados… Y, por supuesto, la tranquilidad y la paz de la exuberancia vegetal que lo envuelve todo.
A esta cuidada puesta en escena hay que sumar una carta en la que caben muchos argumentos culinarios. Varias opciones para picar y para cuidarse dan paso al enunciado más extenso, el de los Atípicos. Se mira a muchas partes del mundo como México, Japón, Corea, Hawai, Tailandia o India. La brasa funciona para despieces clásicos como solomillo, lomo bajo y chuleta, pero también con pescados de temporada o madejas.
En el capítulo dulce hay que dejarse seducir por su torrija avainillada y por la tarta de queso ´homenaje a las abuelas`. Y para un picoteo más informal están los bocatas ´street food`. Lo dicho, en Atípico hay hueco para quien no quiere arriesgar y unas cuantas opciones para el que busca dejarse sorprender en un entorno acogedor.